AJC expresó su profunda decepción por el hecho de que la Knesset (el parlamento) israelí, con el apoyo activo del Primer Ministro Netanyahu, aprobó la controvertida Ley de Estado-Nación. La medida fue adoptada por 62 votos a favor, 55 en contra y dos abstenciones. Así pasó a convertirse en la Ley Básica número 15 de Israel.

Que Israel es el Estado judío y que sus símbolos patrios, entre ellos la bandera y el himno, son distintivamente judíos, son hechos bien conocidos. Esto, a nuestro modo de ver, como amigos firmes de Israel, hace de esta clase de ley algo innecesario.  

Muchos judíos estadounidenses, así como judíos en todo el mundo, están enormemente agradecidos de que la autodeterminación judía haya renacido en Israel, y están orgullosos de que los israelíes hayan creado una democracia vibrante en la cual todos los ciudadanos, tal lo prometido en la Declaración de Independencia, están protegidos y pueden aspirar a la participación plena en la sociedad israelí.
 


Sin embargo, dos elementos de esta nueva Ley Básica ponen en riesgo el compromiso de los fundadores de Israel de construir un país que sea tanto judío como democrático.

En primer lugar, la medida rebaja el estatus de lengua oficial que el idioma árabe había tenido durante años al de uno con “estatus especial”. Esto no sólo afecta al 21 por ciento de los ciudadanos de Israel que conforman la minoría más numerosa, sino que también parece ser contraproducente para los planes del gobierno de promover el uso del idioma árabe, dada la localización geográfica de Israel en el Medio Oriente.

Segundo, la cláusula de la ley que establece que “el Estado ve el desarrollo del asentamiento judío como un valor nacional y actuará para impulsar y promover su establecimiento y consolidación” podría ser leída como un eufemismo de la propuesta original que apoyaba la creación en Israel de comunidades exclusivas para judíos.

Solicitamos respetuosamente al gobierno de Israel que clarifique estos y otros elementos cuestionables de la ley, y que refirme los principios y valores centrales que hacen a la misma fundación de la vibrante y admirada democracia israelí.

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